En
casa cuento con el mayor ejemplo de lo que es ser docente por lo que desde la
infancia mi interés por la educación era evidente, al principio yo quería ser
educadora por lo que al finalizar la preparatoria busqué en Acatlán de Osorio
la manera de ingresar a la normal, luego por cuestiones diversas decidí quedarme
en Tehuacán y buscar otras opciones, me decidí por estudiar
pedagogía, lo que amplió mis expectativas sobre educación y me permitió conocer
otros niveles al tener que realizar prácticas en primaria y secundaria.
Antes
de ingresar a la carrera de pedagogía, busqué las opciones de UPN y supe que
para cursar la LE’94 era necesario estar en servicio, por lo que acepté una
beca-bachiller, sin embargo cuando fui a inscribirme me dijeron que esas becas
no eran aceptadas, por lo que no pude matricularme en la UPN y comencé a
estudiar en el CEUT, pero no dejé la beca bachiller, esto que me dio la
oportunidad de conocer el nivel preescolar unitario, fue una experiencia muy
enriquecedora, conocí junto con mis alumnos el arte de aprender y crecer tanto
profesional como personalmente, ese ciclo escolar atendí a un total de 80 niños
de los tres grados de preescolar, a padres de familia, a otras docentes y me
enfrenté por primera vez a la realidad de nuestro sistema educativo.
A
pesar de no tener las estrategias suficientes para estar frente a un grupo
(sobre todo de niños tan pequeños ante su primera experiencia de educación
formal) si tenía la convicción de hacer las cosas lo mejor posible y aprender
de todas las personas con las que tenía contacto, en casa, en la escuela, en
las reuniones de consejo técnico, en el autobús mientras viajaba y compartía
con docentes de experiencia.
Posteriormente
durante los 3 años de carrera restantes realicé prácticas en el nivel primaria
en la Benito Juárez de la colonia del Valle cuyo contexto era parecido al de
mis alumnos de preescolar y en donde conocía a los docentes, por lo que mi
estancia fue relativamente fácil , cuando tuve que realizar prácticas en secundaria
lo hice en la Raúl López Ramírez, con alumnos de segundo grado, que a mi
parecer han sido de los grupos más difíciles con los que tuve que trabajar pero
que despertaron en mí ese interés por involucrarme de manera efectiva en la
educación de los alumnos, con ellos no bastaba con que fueras su maestra
practicante para que pudieras aplicar
las prácticas requeridas, por lo que
tuve que aprender a buscar actividades, formas de llegar a ellos, a planificar
(desde sus respectivas dimensiones <como estudiante>) y a no querer
laborar en el nivel.
Sin
embargo, la primera oportunidad que tuve de ingresar al sistema de educación
pública fue en secundarias y con la asignatura de danza, lo pensé varias veces
antes de aceptar, pero lo hice y visualicé entonces otra parte de este nivel,
si bien los alumnos presentan conflictos propios de la edad, no ejercen la
misma resistencia que los primeros alumnos de secundaria que tuve, y es así que
desde hace 6 años y seis meses me encuentro laborando en secundarias técnicas.
Cada
ciclo escolar me enfrento con nuevas situaciones, a pesar de que los contenidos
son iguales a los del anterior, es bien cierto que cada grupo es diferente, lo
que me funciona en un grupo puede resultar tremendamente aburrido para el otro,
lo que en una escuela trabajo en una sesión en la otra puedo llevarme dos o
tres, he aprendido a no hacer prejuicios sobre mis alumnos, en alguna
ocasión con chicos poco participativos
usé la técnica del debate (de antemano pensé que no funcionaría) y quedé
gratamente sorprendida con los resultados.
En
mi trabajo lo que trato es de hacer que los chicos tengan otra visión de lo que
hasta ahora han conocido, el arte y la formación cívica y ética a pesar de
estar tan relacionados con la vida cotidiana son asignaturas que en los niveles
anteriores se dejan de lado, a las que no se les da la misma importancia que a
español o matemáticas, por lo que el bagaje previo de conocimientos es casi
nulo.
A
veces resulta triste ver que estamos tan inmersos en una realidad diferente en
cuanto a lo que se vive alrededor, y en la FCyÉ se nos permiten conocer
realidades de otros países que no son muy lejanas a la del nuestro y que nos
permiten ese punto de reflexión sobre la propia realidad, estas acciones son
las que dejan mayores satisfacciones en mí y que me hacen pensar que vale la
pena levantarme temprano, viajar todos los días, el estrés, los enojos con los
alumnos, etc.
Lo
que espero es no perder ese interés por aprender de mis grupos, no caer en un
estado de confort que no permita crecer ni dejar crecer a mis alumnos.